Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace responsable a sí mismo y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la inteligencia del régimen neoliberal. Dirigiendo la agresividad hacia sí mismo, el explotado no se convierte en revolucionario, sino en depresivo.

Byung-Chul-Han, filósofo y pensador surcoreano

La frase de Byung-Chun-Han va de la mano con el auge en el consumo de antidepresivos de la sociedad actual: una sociedad capitalista globalizada, en la cual cada vez estamos más sobrealimentados de información (de hecho, recibimos más de la que nuestros cerebros pueden procesar). En el capitalismo del año 2016, el auge de los servicios y la información desplaza del lugar central a la producción de objetos físicos y, para vendernos esos servicios u objetos, se despliega un artilugio publicitario para generar necesidades donde no las hay. Además, los propios consumidores participan de las publicidades de dichos productos replicándolas por las redes sociales.

Todos sabemos entonces que el consumo es el motor de la sociedad capitalista en la que vivimos, y que cuando un individuo “fracasa” o no consigue un trabajo ideal, o es despedido del que tenía, se queda también excluido de la posibilidad de consumir. Esto genera inexorablemente depresión en las personas que, por un lado son estimuladas a consumir mediante publicidades de todo tipo, y por otro lado se ven privadas de esa posibilidad, generándoseles muchas veces un deseo que no puede ser satisfecho. Pero al provocarse desde el aparato mass-mediático esta sensación de fracaso individual, se logra que los trabajadores y los desempleados, en lugar de reflexionar acerca de por qué aumenta el desempleo en todo el mundo, por qué los sueldos disminuyen constantemente, y por qué las empresas ganan más dinero que nunca, o por qué los que más tienen cada vez tienen más, y por qué es casi imposible para un trabajador acceder a una vivienda propia por el auge de la especulación inmobiliaria (todo ese excedente de los que más ganan se invierte en viviendas que en muchos casos quedan vacías), se queden en el molde. Es decir, en vez de cuestionar el modelo actual en el que los políticos de Europa, Estados Unidos, y casi toda América Latina, en su inmensa mayoría están al servicio de las finanzas (generándose una falsa democracia) los trabajadores se quedan pensando que es culpa suya, que no son lo suficientemente buenos…o se quedan consumiendo está sobre-información, un entretenimiento constante con imágenes y más imágenes, noticias que no son tales, bombas de humo, campañas mediáticas, acusaciones constantes de corrupción a todo gobierno que intenta una distribución diferente de la renta (lo cual no quita falencias graves en la gestión de los gobiernos latinoamericanos de izquierda, con actos de corrupción incluidos, que llevó a un deterioro de la situación económica y precipitó por ejemplo, el golpe institucional o impeachment contra Dilma Rouseff en Brasil), etc.

Pero volviendo a los trabajadores y al empleo y el consumo en el mundo actual, al quedarse excluido del ideal de éxito individual que pregona el capitalismo en su fase globalizada de la información –recordar la tan repulsiva publicidad de Chevrolet acerca de la meritocracia-, muchas personas se deprimen y no luchan por sus derechos cuestionando lo que quizás deberían cuestionar. Se reprochan no ser lo suficientemente exitosos, no poder acceder al empleo soñado y al auto Chevrolet Cruze con reproductor bluetooth como símbolo del mérito. Pero ignoran que en el capitalismo actual los que más dinero tienen son los que heredan y se dedican a acrecentar esa fortuna mediante la especulación inmobiliaria, y la renta derivada de la compra de inmuebles. El 5% de la población del planeta tierra posee el 95% de la riqueza. ¿Meritocracia? No lo creo

Esta no tan breve introducción sirve para presentar una entrevista al geógrafo marxista (si leen la entrevista podrán comprobar que esta caracterización es efectivamente un reduccionismo) David Harvey, en la que analiza al mundo actual con una genialidad y una crudeza poco habituales: este pensador británico analiza cómo la propia inercia de la sociedad capitalista busca maximizar la ganancia (lo cual no está necesariamente mal, sino que simplemente describe el funcionamiento de la lógica del sistema):

Los capitalistas quieren ganar más dinero para tener más ganancias y ser más ricos. Al no existir un estado que regule la balanza (por no decir la lucha de clases) hacia el lado del más débil (el trabajador), los empresarios maximizan sus ganancias a costa de los trabajadores (y evaden impuestos con artilugios varios y la colaboración de guaridas fiscales como Panamá o Londres). Pero, con el avance de la tecnología conocida como inteligencia artificial (como la amiga Siri que les habla a los consumidores desde sus Iphones), muchos de los empleos actuales serán reemplazados por “Siris”, o sea por inteligencia artificial que será capaz de hacer el trabajo que hoy por hoy hacen miles de millones de personas en todo el mundo. Sí, sí, sí, han leído bien: la inteligencia artificial avanza a grandes pasos, y en un futuro usted trabajador ya no va a ser necesario para generar reportes, planillas de Excel, etc., si no que su trabajo lo va a poder hacer un robot. Una computadora. O su propio teléfono móvil mediante el asistente de voz (Siri).

Harvey describe claramente cómo algo similar ocurrió con el avance de la técnica industrial para reducir la cantidad de personas necesarias para producir algo, por ejemplo zapatos. Cada vez se necesitaban menos obreros para producir la misma cantidad de zapatos. Así, muchos trabajadores fueron quedando desplazados de las fábricas ante los avances industriales (recordar el caso de los ludistas, aquellos obreros que destruían a las máquinas que les quitaban su empleo). En la sociedad de la información actual, muchos de los empleos perdidos en las fábricas y las industrias son tomados en el área de servicios, información, etc. Gente que mayormente trabaja en oficinas y que podría en un futuro (de la mano de los cada vez más geniales, veloces y perturbadores avances tecnológicos) quedar sin empleo, reemplazada por sus propios smartphones ultra inteligentes y más “baratos” para los empresarios. Una inmensa ironía.

Entonces: ¿¡Estamos yendo hacia la destrucción del empleo como lo conocemos hoy!? David Harvey dice que SÍ. Y de esta forma, con el aumento del desempleo que ya se viene dando en todo el mundo, por un lado los capitalistas podrán continuar maximizando sus ganancias mediante la desregulación del mercado laboral, la flexibilización, y el famoso ejército de mano de obra de reserva (que abarata los sueldos que deben pagar, o «reduce los costos de los recursos humanos», como dijo el empresario que llegó a ser Presidente argentino en ocasión de los 200 años de Independencia de la patria). Pero si avanza la inteligencia artificial aún más, este mismo proceso se podría llegar a intensificar y a generarse una inmensa bola de nieve de desempleados en todo el mundo, como advierten desde el propio Silicon Valley:

Primero, muchos de esos desempleados podrían caer en las drogas, en el alcohol, en el consumo de antidepresivos (drogas “legales”), en grupos de autoayuda, etc., etc. Pero si cada vez son más los millones de desempleados,  podrán empezar a notar que ellos no son los principales responsables de haber fracasado…si no que los políticos que votan cada determinada cantidad de meses defienden un modelo que genera desempleo y transferencia de ingresos desde sus manos, a las de los que más tienen. Ver como ejemplo la Argentina 2016, para no ir muy lejos: unas elecciones futuras presidenciales podrían tener candidatos como Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Horacio Rodriguez Larreta, Elisa Carrio o Margarita Stolbizer, para que la gente tenga la ilusión de que está eligiendo entre distintas alternativas en las urnas. Pero, en realidad, cualquiera de estos políticos garantiza que las tasas de ganancia para los sectores más concentrados de la economía seguirán siendo extraordinarias, que el endeudamiento externo sin sentido continuará cueste lo que cueste y caiga quien caiga, y que los derechos de los trabajadores seguirán perdiéndose a pasos agigantados. Algo similar ocurre en Europa, por ejemplo en España con la alternativa PSOE o PP garantizando lo mismo, o con los «socialistas» franceses como François Hollande impulsando una ley que avala una brutal flexibilización laboral para «darle confianza a los mercados».

Pero el propio sistema capitalista sería cuestionado en sus cimientos si el desempleo se siguiese aumentando de forma deliberada: Por ejemplo, si -como intuye Harvey- se aplicaría en un futuro un ingreso universal para desempleados, o algo similar a la Bolsa Familia en Brasil, o la Asignación Universal por Hijo en Argentina,para que esa enorme masa de desempleados pueda seguir consumiendo y el propio sistema no se caiga,  estaríamos yendo hacia una comunización del capitalismo. ¡Sí! Un «capitalismo comunista» en el que las propias empresas lograrían que los estados mantengan consumiendo a la enorme masa de la población  que se queda sin trabajo mediante una especie de universalización del seguro del desempleo. Lo que provocaría una igualación (para abajo) entre la gran mayoría de los ciudadanos en términos económicos. Y una elite de sectores que concentraría sus ingresos cada vez más…

¿Curioso no? Solo el futuro podrá indicarnos qué pasará, pero lo que es seguro es que las luchas de los trabajadores para defender sus empleos y sus salarios se deberán dar con valentía, hidalguía, y lealtad. Si los trabajadores dejan que el desempleo aumente, y que los salarios sigan bajando, la lucha para defender sus derechos será cada vez más árdua y en cuesta arriba (teléfono para la CGT unificada), y si encima los rápidismos avances tecnológicos amenazan con quitarnos nuestros empleos…  El momento de defender el derecho a techo, tierra y trabajo es hoy.

Para leer la entrevista completa a David Harvey:

https://marxismocritico.com/2016/09/06/estamos-volviendo-a-las-condiciones-de-trabajo-del-siglo-xix-que-es-a-lo-que-apunta-el-proyecto-neoliberal-2/